"El municipio de Valderredible cuenta con cuatro fielatos ubicados en los pueblos de Bárcena de Ebro, San Andrés de Valdelomar, Quintanilla de Rucandio y Villaescusa de Ebro, correspondientes a las entradas y salidas de este municipio.
Los fielatos era el nombre popular que se daba a estos pequeños edificios, también conocidos como "casetas de consumo", donde se procedía al cobro de los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías. Aparte de su función recaudatoria, servían para ejercer cierto control sanitario sobre los alimentos que entraban en las ciudades u en este caso, en los pueblos de Valderredible. El nombre procede de "el fiel de la balanza". Estos servicios se abrían a la salida del sol y eran cerrados a la puesta del mismo.
Fielato de Quintanilla de Rucandio
23 marzo 2024
Los encargados del correcto funcionamiento del servicio y por tanto de la aplicación de la Ley eran los denominados dependientes municipales, que revisaban, pesaban y calibraba las mercancías. Seguidamente expedían los adeudos tal como si fuera una aduana entre países. Esos agentes, también conocidos en Cantabria como Fielateros, contaban con una garrota acabada en punta que usaban como defensa y para pinchar las sacas en caso de sospecha o engaño del portador para librar el pago. Poco antes de mediados del siglo XIX el personal de los fielatos fue dotado de armas de fuego. Normalmente solía haber algún cuartel cercano, que además de servir de protección a la ciudad o pueblo, podía auxiliar a los agentes en caso de conflicto.
Este sistema de cobro ya existía desde el Decreto de 3 de junio de 1818, como lugares donde se pesaban, medían, contaban y gravaban mercancías, pero recibieron mayores atribuciones después de la reforma tributaria realizada por el ministro de Hacienda Alejandro Mon, durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Con la aplicación de esta nueva contribución se suprimieron los impuestos provinciales que se componían de las "alcabalas", hasta entonces el impuesto más importante del Antiguo Régimen que gravaba el comercio y era el que más ingresos aportaba a la Hacienda Real, aunque en cifras brutas era el "diezmo", pero su perceptor principal era la iglesia, con participación del Rey. Esta reforma se plasmó en la Ley del 23 de mayo de 1845 y fue la que determinó definitivamente la función de los fielatos y los bienes sobre los que se pagaría contribución.
Fielato de Villaescusa de Ebro
17 abril 2022
Los fielatos y las nuevas leyes provocaron gran malestar en el pueblo español de la época. Generando revueltas en 1851 que llevaron a algunos lugares como Castilla, a la quema de estos edificios, al grito de"más pan y menos consumos". Con la llegada de la Desamortización se crearía un estado insostenible y así los arbitrios alcanzarían mayor importancia para enriquecer las arcas de las haciendas locales.
Se han encontrados algunos de los denominados Arbitrios Municipales, que eran una especie de factura o recibo emitido por a entidad donde se mostraba el pago y la mercancía transportada. Los pagos se efectuaban en maravedíes y en reales. Habitualmente se cobraban las tasas de arbitrios a cuantas personas o transportistas introducían cualquier tipo de mercancía, principalmente leche, carne conservada, adobada o embutida, pescado, aceite, jabón, trigo, paños, carbón, fruta, la uva y los mostos de la anual vendimia, ganado ovino, lanar y cabrío entre otros.
Los derechos para el Tesoro sobre las especies objeto del impuesto de consumos, exceptuaban los alcoholes, aguardientes y licores, que contribuían separadamente por una tarifa establecida en la Ley de 7 de julio de 1888, así como el impuesto de la sal común, que se duplicó en la Ley del 30 de agosto de 1896. En cuanto al consumo personal de alcoholes y aguardientes, la exención del impuesto se ajustaba al tipo de gravamen que establece el art. 6º de la Ley de 21 de junio de 1889. según el número de habitantes de las poblaciones.
Fielato de Bárcena de Ebro
09 abril 2011
Estaban exentos del pago de estos arbitrios, el carbón vegetal y la leña con destino a la industria, los cereales, granos y legumbre seca destinada a la siembra, los aceites medicinales y los olorosos entendido como objetos de perfumería. También los alcoholes y aguardientes destinados al encabezamiento de los vinos y a la fabricación de licores y bebidas espirituosas.
Por su ubicación, cada fielato vigilaba una entrada de mercancías según el camino utilizado para adentrarse en el valle. De este modo el fielato de Bárcena de Ebro inspeccionaba la mercancía proveniente de Palencia, por la carretera que hoy se une con Mataporquera y que a su vez se conecta con Aguilar de Campoo. El de San Andrés de Valdelomar controlaría las procedentes de Palencia por el Camino Real. El ubicado en Quintanilla de Rucandio, la entrada de Burgos por el puerto de Carrales y el de Villaescusa de Ebro también el acceso de Burgos pero en este caso por la carretera de Orbaneja del Castillo.
Fielato de San Andrés de Valdelomar
14 octubre 2023
Los fielatos estuvieron operativos hasta 1960, con su desaparición se daba paso hacia la modernización de la vida en los pueblos y ciudades, aunque en algunos casos provocó conflictos entre ayuntamientos y comerciantes."
(Texto del panel informativo)
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